Instruye al niño en el camino correcto y aún en su vejez no lo abandonará
Por. Dra Roxana Villaseñor
Conocer de Dios es, sin duda, una experiencia que nos hace vibrar.
Ahora bien, la existencia de Dios en la vida de niñas y niños es sumamente enriquecedora, pues a causa de la inocencia, la imaginación, la creatividad, la disponibilidad, la apertura, su transparencia y sencillez es que logran de manera más sencilla acercarse y verse resplandecidos y protegidos por el rostro y el amor de Nuestro Señor todopoderoso.
Y es que Dios habita en ellos, por lo tanto, le conocen aún sin que lo sepan:
¡Dios es realidad inmersa en su interior!
Sin embargo, en el mundo actual donde imperan ideologías contrarias a la palabra de Dios y a sus principios, esa realidad sufre de transformaciones y, el amor y la imagen de Dios se ven deformados, e inclusive, erradicados de la mente del corazón de niñas y niños.
Por consecuencia, la labor de quienes somos cristianos, no es sencilla…recordemos siempre que la infancia aprende más de lo que observa que de lo que les podemos decir, predicar con el ejemplo cobra más relevancia que nunca, pues de ahí la fuerza, convicción, entereza y fe que niñas y niños tendrán para mantenerse siempre en el camino de Dios, sin importar que múltiples espacios de socialización vayan contracorriente.
Entonces, tenemos una dualidad: niñas y niños nos observan y perciben la vida adulta muy diferente a cómo nosotros le concebimos y nosotros debemos observarles a ellos con ojos y gafas (para ver más y mejor) de niñas y niños.
Por consecuencia uno de los principios que regirán nuestro actuar será permitir que estos se acerquen a Jesús, pues en su proceso de enseñanza a los discípulos. aconteció lo siguiente:
13 Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. 14 Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él». 16 Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
Mateo 19: 13-15
Lucas 18: 15-17
Marcos 10: 13-16
La niñez es moldeable, está abierta a que Dios sea su estilo de vida, nuestro reto como adultos es volver a ese “primer amor”…justo como si fuéramos pequeños, con un corazón limpio y una mente dispuesta a aprender y ser cómo él. Niñas y niños son ejemplo para nosotros porque “de ellos es el reino de los cielos”.
No hagamos de Dios algo inaccesible para niñas y niños, propiciemos su curiosidad por nuestro Señor, pues en un mundo complejo y fragmentado, lo único constante y certero es él.
Es un proceso de doble vía…Dios para la infancia y nosotros para Dios. Y es que, nuestro común denominador sin importar la edad, es que él es nuestro Padre.
Dra. Roxana Villaseñor.
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